Director: Kenji Mizoguchi
País: Japón
Esta es sin duda alguna, una obra que eleva el cine a la categoría de arte, y lo hace de forma esplendorosa, tanto a nivel visual como a nivel narrativo. La cinta tiene varios niveles de lectura, por un lado tenemos el retrato de la guerra, la devastación, la muerte y la violencia, y por el otro, tenemos la religión y la fantasía del folklore japonés representada en los fantasmas.
Desde las primeras escenas conocemos los padecimientos de nuestros protagonistas, Genjuro, un artesano, y Tobei, un aspirante a samurai, los cuales resultan ser la ambición y el egoísmo, mismos males que causarán terribles consecuencias para sus mujeres y sus familias. Ugetsu además, es la película anti-bélica por excelencia, pues nos muestra a los beneficiados del "negocio": señores feudales, samurais, mercenarios y comerciantes, y también a los afectados del mismo: mujeres, niños y campesinos.
Filmada en un blanco y negro majestuoso que reviste la historia con elegancia, el director Kenji Mizoguchi maneja la cámara de una manera excepcional, haciendo tomas largas y pausadas, partiendo desde el lado derecho de la pantalla y terminando en un plano estático como si de una pintura se tratara, además, las transiciones nos llevan de la realidad a la fantasía sin cambiar de plano. También, el manejo de la luz, las locaciones y los objetos que componen cada cuadro, le dan a esta obra una precisión realista de la era feudal del Japón.
Mizoguchi nos muestra de forma implícita escenas brutales como violaciones, ejecuciones, o espíritus del más allá, y aquí radica la genialidad del director que hace imaginar al espectador y deja que sus sentidos se activen, esto es lo que le da la envergadura de artista y genio a Mizoguchi, su capacidad para evocar las imágenes sin siquiera mostrarlas.
En cuanto al aspecto místico y folklorico, Mizoguchi ya trata temas como el exorcismo y el espiritismo que en el cine americano se verían con seriedad hasta finales de los años 60 (Rosemary's Baby) y entrados los 70 (El Exorcista), sin embargo, el filme de Mizoguchi también tiene momentos realmente aterradores como la escena en donde a Genjuro le propone una geisha fantasmagórica casarse con ella, al mismo tiempo que escuchamos "voces del más allá", o la escena donde Genjuro finalmente se libra de los espíritus que intentan "llevárselo".
Ugetsu Monogatari está en el selecto grupo de obras de arte que el cine ha engendrado, a las cuales el tiempo no las envejece, sino todo lo contrario: enaltece sus cualidades artísticas y continua esparciendo su influencia. Mi escena favorita de esta obra es donde van remando en las lanchas y se encuentran con un "fantasma" que sale de entre la niebla. Si la palabra poesía es aplicada a lo visual, este filme es el mejor ejemplo de ello.
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